Empezaron, todo hay que decirlo, con un buen empujón . Comenzaba mi andadura profesional y, falto de experiencia clínica propia, debía recurrir a la historia de la especialidad para orientarme a través de sus conceptos. En este sentido la sacudida foucaultiana había resultado devastadora. Lustros de mentes aturdidas circulaban aún entre la intelectualidad historiográfica. Voces como las de Marcel Gauchet y Gladys Swain habían contestado, aunque poco (y apenas nadie ya escuchaba): al reproche social de Foucault habían respondido con un elogio racionalista no menos moralizante. Algunos historiadores (los más finos, otros entraban a demoler sin miramientos) cifraban la humanidad de los orígenes de la psiquiatría en la razón, que unos le negaban y otros le devolvían invocando, respective, a Kant y a Hegel. Quise ver ( 2010 ) en la obra de Guislain un modo de librarme de aquella insufrible china del “resto de razón en el alienado” que estorbaba a mi entender la comprensión del sufrimiento a...
LOS AGUDOS VERSOS que, acaso, dos prohombres del siglo XIX se cruzaran a propósito de quién sabe qué menudencia nos ofrecen nueva ocasión (nunca faltan si andamos despiertos) para cerciorar la irrefragable mentira en que vivimos. Dos hombres liberales, Pedro Mata (1811-1877) y Manuel Bretón de los Herreros (1796-1873), no podían —si se me permite el giro ocular— ni verse. El reusense Pere Mata i Fontanet (padre de la medicina forense) era, leemos en López Núñez, “un médico muy sabio, muy inteligente y muy bondadoso” ( España Médica , 15 de octubre de 1930, p. 9 ), y de el dícese “tan respetado entre los hombres de ciencia como querido de las masas por su simpática elocuencia y su arte en popularizar los conocimientos filosóficos” ( Los diputados pintados por sus hechos , R. Labajos, ed., 1869, tomo I, p. 164). Y por fin añádese (p. 167): Las notables prendas del Dr. Mata, su claro entendimiento, su instrucción vasta y profunda, su laboriosidad, la pureza de sus costumbres, la amenida...